Si yo fuera asesor de Carrió.

Mucho vengo leyendo sobre Carrió, en estos días. Derrapó, muy a su estilo, y arrojó una nueva metáfora concentracionaria (siempre radicada en el exterior, sea Varsovia, Rumania, la URSS, la Alemania de Pos Guerra, en fin, nunca, pero nunca, las metáforas tienen que ver con la dictadura militar argentina, vió?). De ahí qué, bueno, nuevamente, haya gente sensata que, por un minuto, se pregunte qué sucedería si lo mismo que dice Carrió –las mismas metáforas me refiero, fueran usadas por Guillermo Moreno, Julio De Vido, Hugo Moyano, Charlie Boyle.
En fin que, de cualquier modo, el lenguaje exagerado es propio de la política y fundamentalmente de la oposición. Incluso, lejos de las elecciones y con el poder económico buscando alguien más presentable (sea Julio Cobos, Otto Vargas o Mariano T) es natural que Carrió pise el acelerador, consolide su base social, se llene de mística y ocupe el espacio de no negociador que es de manual cuando no se está ni cerca de una elección presidencial ni cerca además de poder ganarla.
Es de manual, lo hacía Chacho Alvarez (y lo hacía mejor) y Fernández Meijide, y el resultado de Fernando de la Rúa. Es natural, es de manual, pasa en todos lados, incluso, en los países del primer mundo que ama nuestra derecha, pasan estas cosas. Se dicen estas barbaridades, se exagera, se querella, se ridiculiza, se manda al manicomio.
Calma, radicales. Que el poder verdadero no se avive, que con Carrió, pasamos por Máximo y hasta Florencia no paramos. Los flogger al poder: todo el resto, es verso.