Lozano y el SI me tienen harto

Es curioso que, mientras los radicales tratan de buscar un tesoro, afinar la mira o volverse completamente cínicos, los socialistas se vuelven a partir entre conservadores y progresistas, y los autodenominados generosamente de centroizquierda, del Bloque Sí (sí te cagamos, Carrió) y el monobloque de Lozano, ahora pretendan tantos mimos para acompañar la iniciativa de salvar a los jubilados y manejar desde el estado el crédito para las empresas ineficientes que se quejan de esta estatización. Es curioso que reclamen mimos, y sobretodo, que se los prodiguen mientras, inconcientemente o sin querer, les calvan, todos, oficialistas y opositores, un puñal en la espalda. En realidad, se los clava la historia.
Llegaron tarde y mejor que sus ocho o nueve representantes de la clase media alta en nombre de los laburantes, estén de este lado y no del que les gusta, junto a los empresarios rentistas, pero llegaron tarde y nadie, qué pena, puede evitarlo: la historia se cuenta en torno, en contra, en relación a la 125. Donde jugaron el papel alegre que tanto les cuaja, que tan bien les va. El de partidarios de la Alianza: declamar una cosa, hacer otra, cagar a dios y medio mundo con las bancas legislativas, y arrogarse una independencia que es real: independencia de la lealtad, la ideología, los principios doctrinarios, las bases militantes, un partido serio y legal, etc.
La historia, sean los empresarios rentistas, sean los militantes de Libres del Sur, sean los blogger convencidos (todos menos Charlie, que no estuvo con los oligarcas) de que hay que sumar a los rubios (que valen más que los negros, obvio) y palmearles la colita, todos, qué triste, cuentan y recuentan la historia desde la 125.
Así como María América González como compañera de Lozano (o sea, el Sí y el hombre que más prensa tiene en el grupo clarín) sacaron, apenitas, el 2% en su territorio natural, la capital, ahora tienen que irse mirando en el feo espejo de, uy, la posibilidad de algún día tener que trabajar. Qué feo este país, lo sé.
Porque si no se cuelan en las listas K, simplemente, se quedan sin bancas. Porque, como Luis Zamora cuando no votó las leyes de nulidad del Punto Final y la obediencia debida (y luego, sí, otras del kirchnerismo, buscando recapitular), comenzó, muchachos, su declive. Y tipos que, aún con cara de banana y quinchito en TN, les fueron demasiado amables, mañana encuentran otro columnista dispuesto a defender, desde el progresismo serio, los intereses de compañías como el grupo clarín.
Mañana otro hará test de inteligencia, y otro se sentará frente a paneles rojos, con eses pronunciadas finamente, cara de indignado, para minar las bases de un gobierno en disputa, en nombre, sí, de la revolución proletaria.
Lástima que ni sus gerentes se den cuenta, pero cuentan la historia desde la 125.
Chásman, parece, no tiene un buen guionista o son las paradojas (y revanchas, porqué no) de la historia: chirolita, ahora, dice boludeces.