Saquemos los espactáculos del empresariado deportivo que, de cuando en vez, gana la portada de las noticias. Y los crímenes que, de cuando en vez, pueden salpicar el oficialismo.
Porque la inseguridad es un problema del oficialismo. Aunque, si se trata de guiarse por los titulares, la polarización del gobierno contra "el campo" es muy positiva en relación a la criminalidad: pareciera que descienden las tasas de criminalidad, cuando de pegarle al gobierno se trata. Y ese es el meollo: la agenda de las empresas de comunicaciòn està dictada en dos sentidos: pegarle NO AL GOBIERNO de modo directo, sino en cada iniciativa que febrilmente despierta, o mencionar la iniciativa para reacomodar el panorama. Estas dos direcciones llevan al mismo lado. El gobierno.
No el kirchnerismo como fuerza política, sino como gobierno. Gobierno y kirchnerismo homologados, hechos uno -asunto que tiene que ver con la noción de que la izquierda en latinomrica y el peronismo en la argentina, no respeta las instituciones y no diferencia entre partido y estado, como los comunistas en la URSS.
Alrededor del kirchnerismo gira, entonces, la agenda. Es inevitable, de este modo, la polarización y crispación política.
La oposición política, las corporaciones empresarias (incluidos los medios), las fuerzas sociales que no quieren ubicarse en esta dicotomía, las fuerzas sociales aliadas; ninguno logra desplegar una agenda con iniciativa propia o, más correctamente, instalar una agenda informativa propia.
Esto tiene, para el krichnerismo, sus pro y sus contras, para la oposición es humillante, y lleva, repetimos, a un casi inevitable escenario de polarización.
Aunque uno u otro actor no lo quiera.
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