Me acuerdo de un profesor de la facultad, cuando yo tenía veinte años, que pensaba que yo era brillante (cuando no bebía, aclaraba, pero esa parte, bueno, no viene al caso). Me acuerdo de esas cosas, porque de las otras para qué acordarse. Y también me acuerdo que, a los veinte años, a los diecinueve y dieciocho, era un pelotudo.
No tenía las cosas claras, amaba desesperadamente, cogía apurado, me hacía drama por cualquier boludez y me la creía más, mucho más que ahora. Fijate. Y el futuro era una promesa y era un abismo, el futuro, aunque ahora no es psicoanalizado, a los veinte años era neurótico. (Ahora, ponele, sólo el presente lo es)
Las dos chicas de debajo de mi edificio, que deben ser hermanas, saluditos de paso (aunque no creo que lean esto, hoy día las pendejas tienen cosas más copadas para hacer, qué triste), tendrán dieciocho años. Son dos, pará, una pregunta: ¿las hormonas son medio redondas, no? tá, bueno, son dos hormonas con patitas, me hacen acordar a mi hermano cuando actuó de hongo en la escuela primaria (tá, no era gran actor, pero debían poner a todo el curso, así que, él no decía nada, actuaba de hongo ahí atrás. Mi vieja tuvo que fabricar un hongo del tamaño de un nene, y eso la dejó nocaut. Pero no me preguntés qué hacía un hongo el 25 de mayo de 1.810, porque no se trata de revisionismo histórico sino, atención a la juventud del Movimiento Evita, pasa que Joaquín era, lo reitero, muy mal actor). Continuará. Cada vez que, las dos hormonas con patitas (como esas patitas de pollo con queso que venden en gualmart y tienen gusto a betún con chicle de menta) me dicen hola señor yo pienso señor las pelotas, más señor serás vos. Hoy escribí, en dos documentos de word, que los treinta años me pasaron como un ladrón de carteras, y en otro que los treinta años me pasaron como un taxi en un día de lluvia. Estoy obsesionado, pero, doctora, no estoy obsesionado con la edad, sino con las malas metáforas, taré loco, ok, pero no me creo Napoleón, sino Ricardo Arjona, sé, sé, es grave lo mío. Ya no se me ocurre más nada que decir sobre los treinta años mientras se me van como una prostituta al terminar la hora. Así que no me digas más señor que vengo bastante calentito, pendeja tarada. Y tampoco son buenos los días, ¿no ves que algún día, tarde o temprano, te vas a morir? Bueno, pensá en eso, nena, y sacate esa sonrisa que parecés promotora de dentífricos. Chúa, Polémico, atak, al cuello, despedaze, Polémico, lomo a la pimienta, vamus. Sueño con eso. Señor, más señor serás vos.
espejito espejito vos me ves pinta de señor? espejito, decime la posta, los treinta años pueden pasarme como el horario de sacar la basura, pero no he hecho suficientes méritos para no ser considerado un señor? decime la verdad, por ahí me faltó, pero te puedo traer un currículum, de una.
Los períodos entre guerras, cuando una se va y la otra no llega, lo viejo que no muere y lo nuevo que no nace, son esta zoncera desatada. Una zoncera con frac, con moño, con cigarro, con pinta de Frank Sinatra. ¿Señor?
Pienso dedicarme a ser la década infame, el período de oro del capitalismo, pienso dedicarme a tantas cosas y acá estoy, Polémico, imprimiendo tu nombre en el collar. Sos, ¿sabías?, el primer perro con apellido. Guillermo - Moreno, suena bien, pero un poco largo. Por eso uso tu segundo nombre. ¿Y si las hormonas con patitas leyesen esto, y dejaran de llamarme señor? Sería lindo. Pero, convengamos, hasta que no escriba algo en serio, una tesis rutilante, calmadito y reflexivo no esas diatribas resentidas, contra el pobre y solidario Mariano T, ¿cómo era que se llamaba el negro de Brigada A? ¿no tenía un nombre también con T ? pero Marianote no es negro, nu chiquito qué te pasa, por dios y la santa virgen, sólo un patriota, pequeño o mediano, mediocre o pequeño defensor abnegado (ya me cae simpático, por cierto) de causas de las mayorías dentro de la asociación empresaria argentina, alta en el cielo va el águila guerrera. Posta, marianote, tus comentarios los imprimo y los guardo al lado de los pikles, las aceitunas, los tomates al ají, en fin, al lado de todas las conservas. A la derecha de los pikles, pero de onda, viejo. Somos amigos, no lo olvides. Sos mi musa inspiradora. Acá tenés un chavón que te aprecia.
El profesor que mentaba al comienzo estaba sorprendido por la excelente nota que había escrito para una revista que en ese entonces dirigía MI amigo elúnicomaoístaquesonríe también saluditos porque él sí leerá esto, defensor de los pequeños y medianos delincuentes, de las causas nobles como el noble repulgue y el inminente argentinazo, Polémico, ¿de qué te reís? má repeto loko a mi amigo tamos eh y largá la birra Polémico que te ponés pavote.
Los otros días, en el bar Kusturica, cuando me había tomado hasta el pelo, y por eso me quedé casi pelado, frustrado y recontra mamado, no va que los encuentro a los otros periodistas que trabajaban en esa revista y me recordaban esa nota y deschavé todo, ay la cerveza, la cabeza, la cereza, ¿algo más con eza? sí, una frambuesa, pero la cagada es que va con ese y no con zeta, pero bue, otro intento, a ver pancho ibáñez si lo digo bien: los treinta años me pasaron como la sombra de un gato negro en una noche de tristeza. Aplausos. Gracias, gracias. se lo dedico a dalma y yanina.
Las entrevistas, la investigación, todo fue porque el que tenía que escribirla, extensísima como nunca he escrito ninguna nota que no vaya derechito a la imprenta para salir como un libro y arrepentirme al otro día, el que tenía que escribirla no lo hizo y faltaba una noche para el cierre y bueno, camarada pukdaysmentekustián. Adoro, en serio, esa nota. En una revista marginal incluso, y la adoro. Ahí me di cuenta que las dos campanas, la investigación, el rol estelar, la caridad bien entendida, la demolición de los malos, el chamuyito para levantarse minas, en fin, todo lo que es el periodismo me aburría soberanamente. Ese sí, fue uno de mi aciertos tempranos. Casi lo único bueno de cuando era un boludo, cogía mal, amaba deseperadamente, el futuro era neurótico y creía a pies juntillas todo lo que diga koprotkin (¿se escribe así?), garantía y calidad. Una boludez, otra más. Ya superada. Después seguí en eso, porque no conseguía salarios haciendo otra cosa, y trabajar no es algo con vaya con mi personalidad, lo probé con un test. En una revista Para Tí, doncella. La revista que le compraba –yo la pagaba, ella la elegía, lo juro- a mi hermanita, Para Tí Teens, una gansada. Tenía un test, que hice: ¿Será usted, adolescente nervioso y soberano papanata, será usted un trabajador de sol a sol que honrará la Patria o será un haragán que viva de un plan social defendiendo al kichnerismo? A que no sabés qué me dio como resultado. Lo tomé al pie de la letra. Hielito, chin chin, y me lo tomé. Qué otra cosa podía hacer. La próxima vez que me digan hola señor le voy a decir me llamo lucas y dígame licenciado. Porque los treinta años podrán pasarme como una derrota en la quiniela, pero, camarada, el futuro es ahora una pelea de box donde ya soborné al contrincante. Chin Chin. Aplausos. Muchas gracias. La gente se va contenta. Desarman la utilería. Se quitan el maquillaje. Brindis. Bueno, quedamos para mañana. Ahí te buscan. Llaman desde la puerta a tal. Apagan las luces. Se llevan el último ruido.
-¿Te acerco, Lucas?
-No, andá no más.
Y apaga la última luz.
Me siento en una butaca.
Prendo un cigarrillo.
Y hago, antes de terminar este relato, algo muy importante: cruzo las piernas, y tiro la cabeza para atrás. Así tiene mejor sabor el cigarrillo.
1 comentario:
Brillante lo suyo, Señor!!
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