11 oct 2008

Cerveza con frutilla y nada para leer.




No todas las cervezas son iguales: hay algunas llenas de bardo, otras melancólicas, otras aburridas. Las hay absurdas, tenues, suaves, idiotas. Las hay de todos modos. Las hay llenas de tentaciones, las hay (mis preferidas) esas que, por ejemplo, uno puede culpar de cualquier cosa que haga, la culpa es de las cervezas: la de las tentaciones, las de los largos tentáculos, obstinados. Ya me fui al carajo con lo que quería escribir. Hay días, bah, noches, en que me sorprendo que haya gente que me lea y otra que me toma en serio. Y últimamente, la cosa se complica, verás: me está empezando a leer la misma gente que me compra los servicios, los servicios de este humilde engatuzador. Tampoco de eso iba a hablar, fijate. Pero es un problema, no menor. Hay cosas que no son para tomar en serio, me refiero, claro, a las cervezas. Mirá, para tomar en serio, juntate con el Ingeniero: que además, te cuenta insólitas historias de minas, que este cronista, verás, ya tiene vedada esa parte y además, privatizado el asunto. Es como un Río Turbio que dejó de funcionar, ya no tiene minas. La cerveza, por ejemplo, puede llevar un toque de limón, exprimido, sólo un toque. Y un toque de granadina. También podés agarrar, si sos valiente, y picar hielo y agregar en la licuadora cerveza con pimienta blanca, o verde: batis todo, te queda con mucha y tonta espuma, pero no sé porqué razón, la pimienta y pedacitos imperceptibles de hielo quedan en la espuma. Es el único y mejor modo de tomar la espuma de una cerveza. Con música de Calamaro. Pero además, una cosa: la espuma, a quienes no les gusta, como a mí, es muy distinta, por algo simple: si no te gusta la espuma de la cerveza, tomás espuma sólo cuando la cerveza está caliente. Y la espuma con hielo picado y ese toque de cerveza, es distinto.
También -bah, tampoco, iba a hablar de esto, pero ya me copé- podés, onda el Gallego, echarle un chorrito de su chupito favorito: tequila. Para mí es muy fuerte. Soy un hombre delicado, en el fondo. En el fondo blanco. En todo caso, en una copa de champagne, le ponés frutillas cortaditas en trozos chiquitos, y luego la cerveza. La misma combinación queda rica con duraznos en lata. Después, las frutas, quedan empapadas de la cerveza. Y música, que podés sacar de su blog, de Calamaro. Iba a decir algo de la nueva sudamérica, del nuevo mapa que se tiñe, ay mi amor, de rojo. Como si, de pronto, allá dios y boludeando le agregase un chorrito de granadina al mapa, para variar, para que tenga onda el mundo, para darle una esperanza. Mientras nosotros acá, a punto de salir, como si nada, bah, solamente con esa urgencia descansada del sábado por la noche: echándole frutilla de Coronda a la cerveza. Este panzón que se durmió y no fue a la jura de la constitución entrerriana, porque eran cinco horas de largo viaje, y prueba con distintas cervezas y mira de reojo, en la ventana, las luces de la ciudad, el reloj que marca la una, las luces de la ciudad de nuevo, la ventana, una brisa fresca, se pone el saco y piensa que todo es promesa. Este panzón está un poco cansado, pero ni sabe de qué.
Cuánto baja la productividad en el modelo sustitutivo, verás. Baja y baja, mientras, en algún momento, se irá subiendo, allá en el horizonte, el sol, recortado en la ventana, reemplazando las luces. Creo que me quedan frutillas para esperar. Que suba el sol, la espuma, la arena chamuscada de la espuma con pimienta, un sueño largo, y profundo, un sueño hermoso, hasta nunca, y listo, y pronto. Y que sea lo que dios quiera.
Si total no existe.

5 comentarios:

super dijo...

Hola! Se caen nomás?

Anónimo dijo...

Es raro, no? porque acá llueve y refrescó. No mucho pero se siente la diferencia con antes de que lloviera. Y la verdad que sueño todavía no tengo. El trabajo acaba de salir en un adjunto y la televisión la saqué hace rato del cuarto. Si agarro la novela, o el libro de Foucault, me duermo en tres minutos. En cambio, si encuentro un post que me hable de la cerveza no puedo hacer otra cosa que pensar en la cerveza que no me estoy tomando ahora. En las cervezas que me quisiera tomar. La cerveza es una especie de éter social, lo que permite que las ideas, que los afectos vayan de un punto A a un punto B que preferentemente tienen que estar separados por los sesenta y cinco centímetros de lado de la mesa del bar. Y hablando de esto, fijate (no, no es que haya leído lo de Mario de ayer, me vino sólo, pero ahora que lo pienso...) Lucas, que las cosas se complican cuando ya no te sentás enfrente. Cuando te sentás en ele (L). Ahí es cuando ya te conocés.Pero dejás de mirarte a la cara. O algo así, porque uno se sienta en ele para estar más junto pero termina estando más separado. Justo en el mismo momento donde ella pide un daiquiri de alguna cosa y vos un fernet esperando que no, que no te pregunten que putísima marca de fernet querés porque son todas marcas nuevas que te hablan todo el tiempo de que son las primeras como si a alguien le preocupara qué es lo que van a meter en un baso que al final por ahí ni siquiera está bien lavado. La cerveza en cambio no, la cerveza es un signo de que todo va bien, de que no hace falta más que la botella arriba la mesa para que no te echen del bar, como si fuera una excusa, casi un efecto colateral de la conversación. Porque, al igual que el mate, la cerveza no admite muchos adjetivos. No aguanta más que un está buena después del primer trago. Lo que por supuesto reemplaza al está fría. Pero de ahí no pasa. Porque nadie puede hablar mucho de la cerveza. O sí. Nosotros podemos hablar mucho de la cerveza. Yo estoy escribiendo sobre la cerveza. Pero precisamente porque no me la puedo tomar. Si me estuviera tomando una cerveza no estaría acá escribiendo sobre la cerveza que no me estoy tomando, por lo que la hipótesis sigue siendo válida: sobre la cerveza mucho no se puede decir, no hay un Club de la Cerveza, no hay cursos para apreciar la cerveza y esas boludeces. Entonces más vale que la conversación sea buena y que estés atento a que el vaso no se vacíe. Las complicaciones con la fruta las voy a dejar para otro día. Porque realmente lo de la pimienta y la licuadora es como para pensarlo un poquitito. Ahora, mientras trato de que me venga el sueño lo voy a meditar. Tal vez hasta piense dónde está la licuadora y si no se podrá ponerle pimienta negra. Además seguro que para sacar los cubitos tengo que romper la cubetera. Y después me va a agarrar la duda de si estará bien usar los hielos esos que están en el congelador por lo menos desde marzo. En fin, cosas que pasan un fin de semana más largo que lo recomendable.
Abrazo,
A

Comandante Cansado dijo...

Si la cerveza es buena de endeveras hay que tomarla sola. Pero si de mezclar se trata, voy con un Terciopelo negro: mitad cerveza negra, mitad champán. Ñam.

Unknown dijo...

Carlos, no entiendo, che.

Alejandro, siemrpre impecable.

Comandante, esa no la tenía!! Voy a tener que probarla!

Charlie Boyle dijo...

SObre la cerveza se puede decir lo mismo que sobre la red, están los nativos y estamos los imogrados.
LA cesrveza no es de mi generación, si el vino, el wisky, el gintonic, los tragoslargos, la ginebra.
A aquellos que hablan de la cerveza como Alejandro, yo les interpongo lo que decía el Cuchi Leguizamón. "El vino es impune, nadie se tira contra el vino".
Sabe lo que pasa, la cerveza no sirve para emborracharse.