Discover Sabina Y Páez!

Alejandro dijo...
Es raro, no? porque acá llueve y refrescó. No mucho pero se siente la diferencia con antes de que lloviera. Y la verdad que sueño todavía no tengo. El trabajo acaba de salir en un adjunto y la televisión la saqué hace rato del cuarto. Si agarro la novela, o el libro de Foucault, me duermo en tres minutos. En cambio, si encuentro un post que me hable de la cerveza no puedo hacer otra cosa que pensar en la cerveza que no me estoy tomando ahora. En las cervezas que me quisiera tomar. La cerveza es una especie de éter social, lo que permite que las ideas, que los afectos vayan de un punto A a un punto B que preferentemente tienen que estar separados por los sesenta y cinco centímetros de lado de la mesa del bar. Y hablando de esto, fijate (no, no es que haya leído lo de Mario de ayer, me vino sólo, pero ahora que lo pienso...) Lucas, que las cosas se complican cuando ya no te sentás enfrente. Cuando te sentás en ele (L). Ahí es cuando ya te conocés.Pero dejás de mirarte a la cara. O algo así, porque uno se sienta en ele para estar más junto pero termina estando más separado. Justo en el mismo momento donde ella pide un daiquiri de alguna cosa y vos un fernet esperando que no, que no te pregunten que putísima marca de fernet querés porque son todas marcas nuevas que te hablan todo el tiempo de que son las primeras como si a alguien le preocupara qué es lo que van a meter en un baso que al final por ahí ni siquiera está bien lavado. La cerveza en cambio no, la cerveza es un signo de que todo va bien, de que no hace falta más que la botella arriba la mesa para que no te echen del bar, como si fuera una excusa, casi un efecto colateral de la conversación. Porque, al igual que el mate, la cerveza no admite muchos adjetivos. No aguanta más que un está buena después del primer trago. Lo que por supuesto reemplaza al está fría. Pero de ahí no pasa. Porque nadie puede hablar mucho de la cerveza. O sí. Nosotros podemos hablar mucho de la cerveza. Yo estoy escribiendo sobre la cerveza. Pero precisamente porque no me la puedo tomar. Si me estuviera tomando una cerveza no estaría acá escribiendo sobre la cerveza que no me estoy tomando, por lo que la hipótesis sigue siendo válida: sobre la cerveza mucho no se puede decir, no hay un Club de la Cerveza, no hay cursos para apreciar la cerveza y esas boludeces. Entonces más vale que la conversación sea buena y que estés atento a que el vaso no se vacíe. Las complicaciones con la fruta las voy a dejar para otro día. Porque realmente lo de la pimienta y la licuadora es como para pensarlo un poquitito. Ahora, mientras trato de que me venga el sueño lo voy a meditar. Tal vez hasta piense dónde está la licuadora y si no se podrá ponerle pimienta negra. Además seguro que para sacar los cubitos tengo que romper la cubetera. Y después me va a agarrar la duda de si estará bien usar los hielos esos que están en el congelador por lo menos desde marzo. En fin, cosas que pasan un fin de semana más largo que lo recomendable.
Abrazo,
A
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