
El eventual (hay que ver si se da) menor crecimiento económico para el año que viene, año electoral, plantea el dilema de qué puede suceder con la puja distributiva. Buena parte de los achaques al mamarracho del INDEC tienen que ver con nociones económicas que piden un enfriamiento de la economía, como correlato a un freno a la puja distributiva por parte del amplio y variado universo desigual de los trabajadores. Ese universo complejo, no estuvo los últimos años a la defensiva. Pero, como se vio, un alto crecimiento económico NO disminuye la puja salarial sino que- quizás producto del aprendizaje histórico, donde a cada crisis cíclica nacional, le sobrevenía una recuperación donde sin embargo los trabajadores nunca recuperaban en términos relativos su anterior posición pre crisis- por el contrario, la recalienta. ¿Cuánto es el componente de inflación que es producto de esta puja salarial? En términos de datos duros, es menor. En términos psicológicos, quién sabe. La repuesta está abierta, más a factores propiamente ideológicos que psicológicos. Pero bue.
El caso es que un menor crecimiento económico, siguiendo esta lógica, traería menos conflictividad sindical. El problema mayor no es éste, a mi criterio. El problema mayor es el amplio abanico de laburantes que están fuera de los instrumentos clásicos de regulación del conflicto social principal, el que dirime la distribución del ingreso. Un amplio abanico está por fuera de los Convenios Colectivos. Las medidas por parte del estado para regular el impacto de la desigualdad, han mostrado que a lo sumo y siendo amables, impiden una mayor brecha entre los que tienen demasiado, los que están bien y los que están al horno, además de los que están colgados, entre uno y otro peldaño, que son un montón y son la base electoral de la demagogia, el populismo y la grasada que tanto nos gusta a gente como nosotros, Walter.
De esas medidas estatales, las que se me ocurren al voleo (acá podría decir: “las más sobresalientes”, en vez de semejante precisión y sinceridad: “las que se me ocurren al voleo”) son la política jubilatoria y la contención de las tarifas energéticas. Obviamente (bah, supongo nomás) las 800 páginas del último libro de Feinman, deben utilizar un menor porcentaje de insumo energético en su elaboración que un sachet de leche. El que tienen mucho, como Derek, compra también lecho como el que tiene poquito en el bolsillo, pero el que tiene poquito no compra el libro de Feinman. Ergo, en términos relativos, una liberación de tarifas energéticas, afecta más al que tiene poquito que a los tipos como Derek. Gracias por los aplausos, pero creo que di el ejemplo más boludo que podía, sólo me faltó decir: “la economía es como la economía de una casa”. Igual, se entiende. O queda muy lindo, todo.
Estas medidas estatales se han mostrado, hasta ahora, como insuficientes. La pobreza tras el crecimiento chino, no está, parece, solamente compuesta por el núcleo duro, y aunque así fuera no deja de representar, entonces, un reto estructural. Los nuevos empleos, mayoritariamente en blanco, no hacen reducir el negreo con la rapidez y eficacia que se requiere. Pregúntenle sino a Mariano T, que de eso sabe.
Acaso, y con esto termino porque si no vamos a terminar aburriendo hasta a nuestra genial Eva: acaso sea hora de complementar los viejos instrumentos recuperados, las viejas instancias institucionales de distribución del ingreso, con nuevas herramientas, más audaces, más imaginativas, compaginadas con la crisis si se quiere pero, fundamentalmente, con las claras limitaciones de lo que, con Ezequiel una noche de borrachera, dimos en llamar el modelo kirchnerista. Muy amablemente, por cierto.
El caso es que un menor crecimiento económico, siguiendo esta lógica, traería menos conflictividad sindical. El problema mayor no es éste, a mi criterio. El problema mayor es el amplio abanico de laburantes que están fuera de los instrumentos clásicos de regulación del conflicto social principal, el que dirime la distribución del ingreso. Un amplio abanico está por fuera de los Convenios Colectivos. Las medidas por parte del estado para regular el impacto de la desigualdad, han mostrado que a lo sumo y siendo amables, impiden una mayor brecha entre los que tienen demasiado, los que están bien y los que están al horno, además de los que están colgados, entre uno y otro peldaño, que son un montón y son la base electoral de la demagogia, el populismo y la grasada que tanto nos gusta a gente como nosotros, Walter.
De esas medidas estatales, las que se me ocurren al voleo (acá podría decir: “las más sobresalientes”, en vez de semejante precisión y sinceridad: “las que se me ocurren al voleo”) son la política jubilatoria y la contención de las tarifas energéticas. Obviamente (bah, supongo nomás) las 800 páginas del último libro de Feinman, deben utilizar un menor porcentaje de insumo energético en su elaboración que un sachet de leche. El que tienen mucho, como Derek, compra también lecho como el que tiene poquito en el bolsillo, pero el que tiene poquito no compra el libro de Feinman. Ergo, en términos relativos, una liberación de tarifas energéticas, afecta más al que tiene poquito que a los tipos como Derek. Gracias por los aplausos, pero creo que di el ejemplo más boludo que podía, sólo me faltó decir: “la economía es como la economía de una casa”. Igual, se entiende. O queda muy lindo, todo.
Estas medidas estatales se han mostrado, hasta ahora, como insuficientes. La pobreza tras el crecimiento chino, no está, parece, solamente compuesta por el núcleo duro, y aunque así fuera no deja de representar, entonces, un reto estructural. Los nuevos empleos, mayoritariamente en blanco, no hacen reducir el negreo con la rapidez y eficacia que se requiere. Pregúntenle sino a Mariano T, que de eso sabe.
Acaso, y con esto termino porque si no vamos a terminar aburriendo hasta a nuestra genial Eva: acaso sea hora de complementar los viejos instrumentos recuperados, las viejas instancias institucionales de distribución del ingreso, con nuevas herramientas, más audaces, más imaginativas, compaginadas con la crisis si se quiere pero, fundamentalmente, con las claras limitaciones de lo que, con Ezequiel una noche de borrachera, dimos en llamar el modelo kirchnerista. Muy amablemente, por cierto.
1 comentario:
Estoy laburando en un post que une las producciones P2P donde nadie garpa pero que producen y el viejo y querido Ingreso ciudadano de Lo vuolo.
Con el ingreso ciudadano garpar la producción que no garpa pero que produce.
¿Je, se entiende?
Digo el ingreso ciudadadno como distribución del ingreso sobre la demanda.
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