Qué título. Pero igual, algunas ideas. Un amigo mío trabaja en el diario clarín, escribe rotando de secciones, y cubre cosas. Su firma vale nada. Y sin embargo, su salario lo gana gracias al estado. Es más importante lograr el apoyo de página 12, para este gobierno, o de La Nación, para el gobierno de Menem, que el del diario clarín. Es simple: Clarín va detrás de sus negocios, pero la gente que lee la vida impresa de la empresa, en realidad sus grandes percepciones las recibe desde otros formatos, o ya están dadas a partir de la minoritaria edición impresa de la empresa.
La mediación es el fenómeno. Uno gobierno puede escaparle a esto, solamente si tiene bien atados los nudos que lo amarren al sector social que no le da bola, o se configura abiertamente en contra, de ese relato cualunquista que abunda en las narrativas para la clase media italiana con vocación francesa y modales turcos que habita en la ciudad de Buenos Aires. Ese sujeto es opositor no sólo a cualquier estética popular, dado que funda su estética en no ser eso, sino que en determinadas circunstancias (la que atravesamos en Sudamérica) es hegemonizado por el partido que sistemáticamente está en contra de una distribución del ingreso, o de que este objetivo siquiera se declame.
El mundo no termina ahí, sino la argentina no hubiera tenido continuidad. Y sin embargo, se convive desde el gobierno nacional con un dispositivo desordenado, en el que hay estructuras minoritarias del estado que responde a la estructura territorial, y otras que responden a la narrativa cualunquista, y tienen más poder en la jerarquía estatal.
Al mismo tiempo, la centralización de la política comunicacional para distribuir subsidios a las empresas de comunicación, impide una descentralización consiente y segmentada de una política comunicacional que pueda de este modo proveer un concepto centralizador. Descentralizar la moneda pero centralizar un mínimo común denominador como idea fuerte, es construir un discurso estatal, y desparramarlo. Pero a la vez, las demasiado abundantes oficinas estatales de distribución de subsidios a empresarios de distintos rubros (que de casualidad tienen todos medios de comunicación, opa!) opera como freno distributivo en nombre, eso sí, de los papanatas que sostienen que hay que cambiar el discurso, como si eso dependiera de Massita, Pepa Albistur o algún que otro repartidor de subsidios empresariales. La presuposición de que se disputa algo en el programa A Dos Voces, o en el de TNmbaun y el otro, o en Franquicias con Blank y Van Der Kooy, es de una estupidez inigualable. Ahí no hay nada que disputar en tanto y en cuanto se de ahí la disputa. Para disputar en la narrativa cualunquista, primero hay que que golpear donde duele: construir otra cosa, una política de comunicación que los ignore. 15 días después, el reparto de subsidios se acaba: las empresas de servicios públicos privatizados, y de negocios poco claros, dejan de poner montoncitos de billetes para aparecer en el cuadrado inferior derecho tras los títulos del programa. Y ahí, o bien deberán hacer algo que sea visto por alguien, o bien, deberán y es lo que harán negociar por el calorcito del estado, poniendo como contrapartida dejar de pretender ser un extorsionador pero que en la comisión de padres de la escuela de los hijos todos los traten como un valiente. Una cosa o la otra. Así sucedió en Venezuela, en Brasil, en Bolivia, en Ecuador, y a esos presidentes no les va mal. Así no sucedió en Chile, y mírenla a Bachelet.
El tratamiento periodístico de los años más corrosivos con la corporación comunicacional durante el año 2003 y 2004 fue sin dudas más interesante, por cuanto las elecciones de 2005 demostraron quién es quién. Esta política cambió en el 2007, durante la campaña institucionalista (léase empresarial) de Cristina, y miren cómo nos va hoy.
Segmentar, descentralizar la moneda por la que rapiñan las corporaciones, transparentar, mostrar porqué algunos medios están en contra, cortar los negociados, financiar medios con criterios ideológicos, innovar dando entrevistas a pequeñas empresas del interior, a medios alternativos, a universidades. Ser conscientes de que esa entelequia que es la narrativa cualunquista, la clase media, tendrá siempre un sector minoritario que nos apoyará, pero será por razones muy distintas a lo que haga o diga Daniel Hadad o Reynaldo Sietecase en sus blogs.
Apuntalar a canal 7, poner más plata en el Canal Encuentro, ampliar la visión de Telesur, crear una red de radios con las organizaciones sociales, innovar, arriesgarse, ser imaginativos, hacer sentir mal a mi amigo en Clarín, dividir las redes empresarias tramadas alrededor de empresas de comunicación deficitarias, dar entrevistas en el programa de Hebe de Bonafini, mandar a los funcionarios a dar charlas. Crear presupuestos para difusión en logística a todas las dependencias del estado, con un mensaje núcleo, fuerte, consistente, ideológico. Que la presidenta haga los anuncios importantes, no rodeada de la mierda de este país, ni en el salón blanco, sino en escuelas, jardines de infantes, inauguraciones de viviendas. Que de charlas abiertas, donde se pueda preguntar, que reciba una vez a la semana en distintos puntos del país a gente de a pie. Eso es mejor que los magros resultados de esta política de enriquecer empresas deficitarias y sus grupos diversificados, hacerles creer a los funcionarios que tocan el paraíso, y darle de comer al chancho que mañana sin piedad te va a destrozar como a Videla, a Menem, a De la Rúa, a Chacho Alvarez, todos dirigentes políticos que, a no olvidarlo, dieron millonarios subsidios y negociados a las empresas de comunicación, a sus mismos voceros, y fueron en su momento mucho mejor tratados que Cristina Fernández de Kirchner, la mujer de la legitimidad segmentada, el doble comando, el estilo confrontativo, la soberbia y la irritación. No comprar semáforos en la ruta ilusoria de la derecha real, es una buena idea. Siempre.
5 comentarios:
Concuerdo plenamente.
Los tiempos y las formas.
Hay un mínimo común múltiplo en el manejo de los tiempos comunicacionales que tiene el Gobierno Nacional.
Por ej.: si vemos numéricamente a cualquiera de estas cuestiones que nos ocupan día y noche, y que conste que no soy Adrian Paenza, podrían ser divisible dos.
El dos es la política.
Durante aquellos 120 días de la sedición de los empresarios rurales, no lograba entender porqué el Gobierno Nacional se bancaba todos los golpes como si nada. Cuando fue el voto negativo de Forest ahí me cayó la ficha. La oposición destituyente estaba y está atomizada y ahí reside la victoria política del Gob.Nacional: maneja tiempos políticos, mientras la oposición destituyente es amateur en estas cosas.
Sobre las formas concuerdo 100%.
saludos.
Muy bueno el post Lucas...
En el fondo, el problema comunicacional termina siendo siempre de definición política.
Me acuerdo que cuando Cristina asumía decía que el modelo a imitar era Alemania(sic)!! La tilingería clasemediera no es, lamentablemente, patrimonio de Carrio. Hay reflejos ocultos en todas las fuerzas y en las mejores familias. que vamos hacer?
Hasta que no se tenga claro que se quiere ser y desde donde se quiere trascender, este problemita de ubicación va a marcar la comunicación.
El relato (y muchas medidas más que progresivas del gobierno) muchas veces termina naufragando en término de disputa de sentido, por la emisión pésima y conservadora que se hace de el.
Creo que en algún punto se está garpando un diseño político comunicaciones conservador y timorato, no?
saludos, che
Si, es una buena idea, siempre. también me pareció muy bueno el post.
Me pregunto qué pasa con la ley de radiodifusión y si ayudará a cambiar ese diseño conservador
saludos.
pd: te felicito por tu nueva novela
Comparto tu planteo lucas, ahora no creo q este gobierno que cuenta con cuadros importantes tenga las intenciones de avanzar en ese sentido, porque todos sabemos los motivos de la pelea con Clarin en pleno conflicto agrario. ¿Que quedo de la Ley de Radiodifusion? Hay actitudes q por momentos ilusionan como la estatizacion de las jubilaciones, esos son aspectos para aplaudir de pie.
un abrazo
Ex, acuerdo con tu señalamiento.
Barrita: exactamente eso es lo que quería decir.
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