23 dic 2008

Cadenas de la Felicidad.


Hace un tiempo (soy vago para buscarlo) Mendieta escribía que no tenía ideas para escribir un post. Yo, al leerlo, pensaba: ¿cómo no va a salir, aunque sea tímida, una idea? Claro, es que él no puede copiarse a sí mismo. Ese es el problema de ser bueno en algo: después no podés copiarte. Y esa es la ventaja de ser un poco atrasado en algo: podés copiarte. Y después dicen que la escuela no te enseña nada.
Así que va la frase del año, versión dos. Pero voy a contar algo. Lo primero que hago al sentarme en la computadora, después de esa vieja costumbre de leer los diarios en papel, es leer los mail. Pero me llegan muchos, incluidas cadenas tontas, insípidos comunicados de prensa impublicables y, en estas fechas, salutaciones de gente que no me conoce, o me conoce y no me quiere, o me conoce y no le importo. Esas salutaciones son, las más de las veces de gente que no conozco, o conozco y no quiero o conozco y no me importa. Cuando estaba, entonces, eliminando eso de una casilla que, ciertamente, odio con toda el alma porque nunca hay un puto correo que valga la pena leer ( a no ser que se considere de suma trascendencia lo que dijo tal o cual senador, el último bolazo que dicen que hacen de tal repartición o las profundísimas palabras de tal o cual ministro. En esa casilla no recibo algo que me da sumo placer leer: los comentarios en este blog) y una lucecita se prendió, y a mí las lucecitas se me prenden con maldad o curiosidad, que son casi sinónimos: ¿qué ponen los que ponen algo sabiendo que (doy por descontado que esas salutaciones las hace gente como yo) nadie las leerá, se considerarán banales y pasarán largo y lento al olvido? Así que abrí algunas. Las acostumbradas huevadas de deseos de que el año próximo no te mueras (vos, que no te conozco ni me importa) y esa obsesión por meter al muerto célebre de hace dos mil años (dos mil ocho, para ser exactos) en el medio de la explosión de consumismo y sonrisas de saldo. Nada del otro mundo. En mi caso, me espera una navidad con mucho andate conchuda y otras sutilezas del mismo tipo. Pero seguí leyendo. Como si quisiera sentir y palpar la soledad: un método infalible es leer salutaciones de navidad, con buena onda. Pienso ahora: a mí no me llegan salutaciones del gobierno de Buenos Aires o el porteño: esas sí que deben ser coloridas, buenas ondas, pum para arriba y toda esa gilada. En fin, no soy un destinatario, tampoco, muy trascendente. Ni eso. La tristeza de las navidades ya me está embargando, cambio el hilo.
Iba a las frases del año. Ya no tengo ganas, pero bueno. (Dice en un comentario al post de Mendieta, El Grito Primal, como frase del año: “Soy este baldío en pleno centro” y la dije yo. No recuerdo haberla dicho –escrito- pero, convengamos y humildemente, jo jo, es una linda frase. Si siempre dijera cosas así, sería, no sé qué sería, todo sería igual, supongo).
No sé cuál es la frase del año. Supongo que “mi voto no es positivo”, pero también “odio a la puta oligarquía”. Tampoco importa. Hay cierta obsesión por la nota redonda, el número redondo, la cosa envasada: un efecto reflejo, quizás, de esa vida compartimentada que destotaliza (la muerte).
Ah, me acordé. La salutación, eso era, ninguna frase del año. Un legislador santafesino (no vamos a decir el nombre, qué se yo…el espíritu navideño!) y su correo en cadena de la felicidad. “Que el 2009 sea un año próspero para todos y podamos reconstruir las cadenas productivas para volver a ser la provincia que siempre soñamos”. Cuak.
Reconstruir las cadenas productivas, brindemos por eso. Para volver, con la frente marchita, a ser la provincia que siempre soñamos, o sea, volver a ser lo que nunca fuimos pero soñamos, volver a ser el que soñaba, que lo jodían pero se la bancaba porque lo soñaba: ahora, pobre, no sueña, vive solamente la realidad de las cadenas productivas. Qué inspiración, para chamuyar. Pero no pude parar de reírme, imaginar al legislador brindando con su familia, con un Jesucristo crucificado y sangriento, un arbolito torpe con luces que titilan, brindando por las cadenas productivas. Y un montón de pendejitos pensando: el abuelo está loco.
Y sí.

2 comentarios:

patricio dijo...

Lucas:muy interesante y emotivo lo que contas,no puedo dejar de sentir cierta identificación en lo que decis
cuando era chico tenia muchos sueños y algunas realidades,bah como todos
y las fiestas eran una realidad de ensueño, una especie de burbuja dionisiaca,se juntaba toda la flia,veia a los primos que no veia nunca,papa Noel existía...que se yo..
me pregunto cuando fue que empece a odiar las fiestas ........
por ahí la primera vez que santa no me trajo nada,cuando murieron mis viejos,cuando la familia se mato por la herencia....
en fin,cuando lo ideal se volvió real.....
ahora todo es mas claro,y sabes que no esta tan mal,por que en realidad lo que edio es el clima festivo casi obligatorio,el famoso "felicidades" que te espeta cualquier boludo que no viste antes ni volveras a ver,la multitud hasta en la verdulería,los petardos,etc.
voy a hacer un rico asado, me voy a tomar un buen vino,mi mujer me regalara una remera que nunca usare y que a la vez le regalare a algún amigo que tampoco usara..
en fin.........
no es la felicidad pero se le parece un poquito.

un abrazo.

Anónimo dijo...

Pasaba nomás y aprocevho para decirte que escribís muuuy bien. Me atrevería a decir mi preferido de la blosfera, blogosfera, esfera, bloguerosfera K.
Y brindemos por las cadenas productivas este 24 eh!