Estoy en mi casa, con Eugenio -que me saca el TEMA de la lechería y dice, que lo bueno es que el campo hizo resucitar al PI (lo miro y pienso, éste está loco) y se aclara: el Partido de la Inflación- cuando suena el teléfono.
Atiendo, listo, tamos, nos vemos.
-¿Pagaste la factura del teléfono?-me pregunta Eugenio. Otra vez, lo miro con cara rara.
-La verdad que no me acuerdo, pero qué mierda importa si pagué o no el teléfono.
-No, Lucas, hay que pagar. Qué van a pensar sino de nosotros en España.
Desopilante.
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