Mis más sinceras felicitaciones, diputados.

Entiendo que la responsabilidad de gobernar se convierta, en sí misma tras el clima destituyente, en una prioridad. Incluso, creo que bajo esa misma lógica, es que no entiendo lo que ayer votó la Cámara de Diputados. La inmensa transferencia (según Artemio López, 1.000 millones de pesos) para el segmento vip de, jeje, la “clase trabajadora”, me parece muy triste. Los adoradores del consenso, vean: se votó por unanimidad. Una verdadera vocación de consenso, salida del congreso. Hurra por la división de poderes, por la república, perdón: quiero hacer un homenaje a Alfredo Palacios, a Frondizi, a Alfonsín, a Duhalde que pacificó el país, a Cobos. Casi me largo a llorar de la emoción. Una política de estado, además: el dinero para los jubilados, por ejemplo, es sólo por esta vez. La transferencia de ingresos, es mes a mes.
No he visto todavía a la derecha progresista autocriticarse, expulsar a alguien, por apoyar una medida kirchnerista. ¿Debería celebrar este repentino espíritu constructivo de la oposición? Bien, gracias, doctores socialistas, muy señores macristas, radicales autocríticos, derechistas sinceros y progresistas revolucionarios pero más tarde, bien, gracias. Bien por los peronistas disidentes, los kirchneristas, los alquilables, a todos, de verdad, gracias. A los rabiosos federales, a los empleados de la Mesa de Enlace, a los hombres del sindicalismo ene l congreso, muchas gracias. Me pongo de pie. Los aplaudo. Viva, viva, los locos que inventaron el amor.
En fin, vayansé a la puta que los parió.