8 ene 2009

La canción del boludo


El cincuentón progresista, republicano y de buenos modales detesta pulsionalmente que le digan que el paro de camiones por parte de empresarios subsidiados que apoyó, incluso con su cacerola, constituye un clivaje sin retorno.
De modo que a puro plan social y otras motivaciones oscuras vinculadas al chorizo, quien les narra le tira con todo, solamente para no perder la costumbre.
Estamos en un bar céntrico, pero Santa Fe se ha ido a otro lado. Digamos, la parte blanca que sabe muy bien que en este país no hay diferencias raciales. La otra parte ni se entera de tamañas sutilezas, y su otro lado es donde ya está. Todas las ciudades, cuando me dejan solo, me gustan un poco más. En eso, son como las mujeres. Cuando me dejan solo, me gustan un poco más.
Y como las enfermeras, cuando me dejan solo, me gustan un poco más. Casi todas las cosas, menos la cerveza, cuando me dejan solo, me gustan un poco más. Vuelta, desganada, al tema. Y es que, de cualquier modo, esta conversación sobre el enchastro y la minga, a esta altura del partido, me aburre. Pero no hay caso, el cincuentón no quiere salirse, quiere explicarse. Yo prefiero contarle cómo mandé mi primera carta, a Carlitos Balá-Balá-Balá, con el chupete directo al chupetómetro. Pero piensa que lo chicaneo con De La Rúa.
Y este bar, asfixiante como un congreso de economistas de la UCA, también, ya, me aburre. Qué cosa loca es descubrir que al final, en el trasfondo ciego de la política, ahuyentada la muerte, el hambre, la humillación en los hospitales públicos, la cabeza gacha, las distancias sociales, ahuyentado el núcleo sólido y material de una discusión política, el resto, lo que queda, es inútil.
Si necesitás la ley de glaciares o el descalabro de los mercados a futuro, si necesitás lo que sea para estar en contra, lo vas a encontrar. Que total. A mí me gustaría que te esfuerces por no decir gansadas, que dictadura va, hegemonía viene, y la vieja película que a esta altura solamente puede generar risa. Me gustaría que dejes de sentir pena por la crispación, la confrontación, el conflicto, vos y los monseñores tan amigos de tu hijo.
Ay, la derecha culposa, la derecha culposa. Qué lástima, desean, que otros no quemen las naves para disfrutarlo y estar en contra, porque ésa no es la forma de sacarse de encima a un gobierno mentiroso e hipócrita que le miente a la gente y, en especial, a este boludo que les habla. Ah, la derecha culposa. Tan merecida de lírica, tan falta de vuelo. Tan papanata.
Viviendo en su época victoriana de modales institucionales, vacía de ideas, rebalsada de odio, buscando la gota que derrame otro vaso porque, eso sí, la derecha culposa jamás de los jamases echará mano a un recurso que vulnere nuestra institucionalidad. Por favor. Quién podría suponerlo.
No sé porqué me empeño en recordarle su posición, en decirle acá estoy, hay uno que quiere acordarse. Supongo que, algo tiene que ver, también, en que la derecha culposa, sin darse cuenta porque ellos son muy respetuosos y moderados, me tratan como un inmenso boludo. O, si por rara ocasión se da que el interlocutor en algún momento me tuvo aprecio, como un boludo especial. Como un boludo que no debería ser boludo.
Como si me dijeran, vamos, pibe, vos sos de los nuestros, dejá de joder.
Que no debería ser tan boludo y no darme cuenta que esta derecha culposa, hija de Chacho Alvarez, siempre inocente y pidiendo no me peguen, soy Giordano, en realidad está a la izquierda del mapa (quizás sí, están en Chile) y yo soy tan boludo que tengo los ojos torcidos. Y no me doy cuenta del saqueo, el atropello institucional, la hegemonía, bueno, todo eso. Ah, y la distribución del ingreso no plasmada en un contrato moral, sabélo. Qué irremediable boludo. Será que no leí el Ulises, que nunca me fue bien en la Universidad, será que en el fondo soy un tránsfuga, bah, eso sí, pero además boludo: no me doy cuenta, che, que todo esto es una mentira. Dejate de joder, che. Una mentira colosal, un engaño a los pobres que son pobres porque no tienen educación, entendés, pero vos, che, que creo has leído algo, no podés ser tan boludo.
Por la ventana hay un afiche enfrente del Ministerio de Trabajo de la Nación: 370.000 empleadas domésticas en blanco. El mensaje es fuerte. Es duro.
-Tal vez sea así. Yo soy un boludo, vos la ves muy clara. Tal vez, ¿porqué no?

Concedo, solamente porque me aburrí. Para que el músculo de la risa no se endurezca demasiado. Para, quizás, dejar que las cosas pasen. Porque tal vez no me interese. Porque yo sé que no lo puedo convencer, y él está a la defensiva, porque, otra vez tal vez, tiene miedo. Bah, tal vez minga, creo que sí. Tiene mucho miedo. Le da bronca que pare de discutir, que lo mire de reojo, que le señale la ventana, que tuerza los labios, que termine el vaso, que no llame al mozo, que me rasque la barba, que deje un billete sobre la mesa, que lo salude con la mano con la que no hablo por teléfono. Tiene miedo, y es que en el fondo, sabe que yo puedo tener razón.

4 comentarios:

Danilo Gatti dijo...

Aclaro en este espacio de aca, que vote que a Carrio hay que alentarla, para seguir riendonos mas
Senti la necesidad imperiosa de aclararlo en algun lado, aunque jamas se sepa quien voto que
Quise hacerlo por miedo a ser tomado como uno de ella
un hombre naranja que hace punta en delirios y vaticina "crisis" pero despues "paz social"

Anónimo dijo...

Bravo Lucas. Y ese es otro motivo por el cual esto no termina con Kirchner. Ya es tarde. El que pasó fue el año en que nos dimos cuenta de quienes son nuestros amigos, parientes, compañeros de trabajo y demás. Y no creo que haya retorno de eso.
Ah, yo también voté que a C*rrio hay que alentarla por el mismo motivo que el de acá arriba.
Saludos.

Anónimo dijo...

Bravo Lucas. Y ese es otro motivo por el cual esto no termina con Kirchner. Ya es tarde. El que pasó fue el año en que nos dimos cuenta de quienes son nuestros amigos, parientes, compañeros de trabajo y demás. Y no creo que haya retorno de eso.
Ah, yo también voté que a C*rrio hay que alentarla por el mismo motivo que el de acá arriba.
Saludos.

Unknown dijo...

Danilo, yo voté igual, che.

Lalo, coincido.