¿A cual opositor le conviene la estatización?

Carrió derrapa, Rodrígues Saá no existe, Binner no puede ser tomado seriamente por nadie (aunque, al igual que Mauricio, cuando el kirchnerismo soluciona o destata en relativa calma nudos gordianos del neoliberalismo, él se posiciona como gestor de la post crisis, el post neoliberalismo que debe ser, para algunos sujetos que la narrativa cualunquista de los medios adoran, el post fin de los conflictos. En ese sentido, el campeón de la impotencia, léase mesura, es Binner, porque a diferencia de Mauricio, que es de una derecha revolucionaria, Binner es un conservador lúcido, por eso lo adoran los conservadores de Santa Fe y los progresistas de la ciudad de Buenos Aires, que como ya sabe Lisandro de la Torre, son primos hermanos) y el resto de la oposición, con la excepción de Vilma Ripoll, son un cachiquengue. Bueno, me estaba olvidando de los amantes del tren con naftalina: hay que ver que hace su gerente de la Pyme en el congreso, pero de cualquier modo, seguramente no ganen la presidencia antes del 2087.

¿Porqué le conviene a Mauricio?

Porque el kirchnerismo está haciendo lo que tiene que hacer, sin épica, aguantando las presiones impresentables, en el marco de una medida con alto consenso social, que con la política comunicacional de Alto Negocio no le redundará en el mejoramiento de su imagen pero ni un tantito así, aunque seguirá demostrando que el kirchnerismo es el único que tiene la pelota, la manija, la hegemonía, la debilidad, la dictadura, la renuncia a punto, en fin, así están las cosas: Mauricio, usted va ganando en la interna opositora. Reze para que Bergoglio la convenza a Carrió de que sea candidata en su ciudad adoptiva, en Buenos Aires, y prepárese porque, si cierra con el duhaldismo, los radicales y Binner, tiene grandes chances.

Usted es el único que entiende, perdón, Durán Barba, y usted, que en ciertos momentos hay que callarse la boca y no decir, sobretodo no decir, "yo tengo una propuesta diferente". Menos hacer denuncias rimbombantes. A lo sumo, mandar al impresentable de Pinedo, ese columnista televisivo, a decir algo que quede bien con la gente decente y de centro.